¿Cómo detectar y combatir esta considerada virtud que es en realidad un defecto?
El perfeccionismo es uno de los defectos mejor considerados públicamente. Es algo que nos atreveríamos a decir en una entrevista de trabajo cuando nos preguntan por una debilidad. “Soy demasiado perfeccionista”. Hoy la RAE define el perfeccionismo como la “tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”. Y ahí es donde le vemos las connotaciones negativas. Que las tiene… y muchas.
Según la Universidad de Florida, el perfeccionismo está relacionado con la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental.
Para frenar ese círculo vicioso de minuciosidad, lo primero es reconocer qué es tóxico y cuándo en lugar de sumar, RESTA.
¿Cómo saber si mi perfeccionismo es tóxico? Realiza una introspección en base a estos puntos:
- Trasladas tu perfeccionismo a los demás
- Procastinas porque la búsqueda de la excelencia te abruma
- Te sientes culpable por todo
- Tienes miedo al rechazo
- Te sientes infeliz pero crees que te llevará al éxito
- Los errores te frustran profundamente
- Los fracasos de los demás te alegran (aunque sea solo un poquito)
¿Cómo cambiar?
Expertos recomiendan cambiar la mentalidad perfeccionista a una optimista. ¿Por qué? El optimismo tiene calidad limitada, el perfeccionismo no. Los optimistas se esfuerzan igualmente por alcanzar la perfección, pero son más flexibles y más resilientes al perseguir sus objetivos. El optimismo nos hace más felices y más productiv@s.
¿Cómo lograrlo?
- Piensa en la autenticidad
- Ser la versión más sincera de ti
- Persigue lo que quieres
Ser auténtico y sincero es aceptar tus cualidades y limitaciones. Logra tus objetivos de manera saludable, porque lo más importante es ser feliz y estar tranquil@.
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