Muchas veces al leer artículos de moda, nos encontramos con apreciaciones que definen lo que debemos o no usar según nuestra altura, el ancho de caderas, largo de piernas y un sinnúmero de características físicas. Sin embargo, sabemos que moda es muchísimo más que un tema de formas. Es contingencia histórica y social, y ha sido parte fundamental de toda transformación cultural en cada época.
En esta sección llevaremos este proceso de siglos a tu cotidiano, contándote acerca de tendencias y personajes que han entendido que la moda es lo que complementa hacia el exterior quién eres, qué vives y cómo percibes tu interior, para proyectarlo hacia el mundo mediante un lenguaje propio que habla y se comunica con el entorno mediante prendas, accesorios, maquillaje ¡y lo que quieras agregar que te identifique!
Estas tendencias y personajes han llevado ciertos elementos al extremo, convirtiendo su estética en símbolos de estilos que perduran y trascienden, siendo características de un determinado momento, que luego podemos identificar en grandes casas de moda, pasarelas y complementos que nos ayudan a crear nuestro propio lenguaje.
En esta ocasión, desarrollaremos el movimiento Punk y sus íconos. ¿Por qué? Porque las rebeliones siempre son divertidas, innovadoras, contestatarias y llenas de energía, juventud y picardía.
A finales de la década de los 70s la palabra Punk no nació sólo para definir un estilo musical, sino más bien para dejar en claro que se debía transmitir un mensaje de transgresión liberador de los estigmas sociales, buscando incomodar a lo establecido chocando, ofendiendo y molestando al buen gusto, la moral y la tradición. Yendo en contra de la sociedad en masa y la moda, creando un concepto propio de estética e identificación.
SE DICE QUE LA HISTORIA PARTE ASÍ:
En 1974, cuatro jóvenes de Queens empezaron a tocar en CBGB, un bar de New York. Decían ser Ramones. Sus presentaciones eran polémicas, con mensajes directos y un ritmo agresivo que intentaba rescatar al rock de un abismo inminente.
Un año después, Londres vio nacer una nueva banda llamada Sex Pistols, que con la influencia de Ramones, desató la rebelión en Reino Unido, hablando de situaciones que se generaban en el lugar menos glamuroso: la calle.
Estas dos bandas, lejos de buscar lujos y reconocimiento, tenían como meta lograr una transformación social y recuperar ese espíritu rocker que perdía cátedra a la velocidad de la luz, lo que originó el surgimiento de otras bandas como The Clash y, a finales de los 70’s, Siouxsie & the Banshees, comandada por una mujer, y con estéticas alucinantes.
A partir de ese momento, nació una cultura juvenil imparable y apasionada, cuyo fin era entregar mensajes cargados de rechazo.
Después de la ola hippie, que tenía como premisa largas melenas, prendas oversize, y cuya libertad estaba en la forma de vestir, dejando de lado la ropa interior y las telas pesadas, el punk sugería todo lo contrario. Fuera los pantalones acampanados y la naturalidad. Era hora de pasar a la siguiente etapa.
En las calles predominaban cuero y dénim, pero no de cualquier forma; Los pantalones skinny y las chaquetas biker se convirtieron en ícono de los adolescentes de aquella época. Asimismo, los pantalones totalmente destroyed hechos a mano, adornados con tachas metálicas de todos los tamaños, se tomaron las veredas de Estados Unidos y Reino Unido.
“El pelo corto y los jeans ceñidos que conferían un aspecto sucio y que provocaban el acoso policial en 1976 y 1977 habían sido adoptados por casi todo el mundo de menos de 30 años” (Pretty Vacant: A History of UK Punk, Phil Strongman)
Las botas Dr. Martens tipo militar, se volvieron tan populares como los Chuck Taylor All Stars con caña y los Creepers, tanto en hombres como en mujeres, así como el delineado grueso en los párpados inferiores, y la pintura blanca en toda la cara.
Y en cuanto a complementos, los accesorios de piel + metal, como las cadenas metálicas y los pines y parches con mensajes políticos fueron los favoritos. De hecho, algunos escribían mensajes de rechazo al sistema en sus camisetas de algodón con plumones permanentes (¿No te suena todo esto familiar?). Y por último, el infaltable de un seguidor real del movimiento: los tatuajes, que con motivos mortíferos y frases contestatarias, alcanzaron su mayor apogeo.
Y para cerrar con broche de oro, no podemos dejar de mencionar a la indiscutible ganadora de todo lo que luchó por permanecer en los outfits: La minifalda, prenda originaria de los 60’s, que en contraste con otras piezas, se quedó como un ícono del empoderamiento femenino. Sin embargo, materiales como el paño fueron reemplazados por el dénim y el vinyl (¿no te parece familiar también?)
Los outfits ladys y fancy se dejaron de lado, guardando los tacos y tomando posesión de prendas masculinas, como las botas industriales, dejando así el miedo femenino de cortar el pelo, rasurarlo y pintarlo de colores fuertes y, aun así, robarse la atención de los hombres. La rudeza como encanto (¡obvio!)
De hecho, si quieres saber más acerca de quién logró llevar, y sin siquiera quererlo, todo este movimiento en las pasarelas, fue Vivienne Westwood, quien se consolidó como la dama de la moda punk, cuando en 1971 abrió su tienda de ropa Let it rock, nombre que más tarde sería cambiado por Sex, y cuyos diseños fueron usados por los Sex Pistols durante sus primeras presentaciones en público.
Por Moralísima